Cuando el pueblo de Israel vió el Mar Rojo frente a ellos y a la caballería egipcia acercándose por detrás, parecía que todo estaba perdido. Pero entonces, justo en el instante preciso, el mar se abrió, creando un camino de libertad en medio de lo imposible.
La universidad de Colorado en el 2010 publicó un artículo donde sugiere que los fuertes vientos de la época pudieron haber sido el medio natural por el cual las aguas se separaron. Lo que convierte este suceso en un milagro, no es solo la explicación física, sino el momento exacto en que ocurrió. No fue casualidad, sino un acto de propósito divino.
Así es la fe: no siempre necesita desafiar las leyes de la naturaleza, pero sí transforma los momentos críticos en oportunidades de salvación. La fe rompe enigmas, porque no se trata de entender cada detalle, sino de confiar en que, cuando todo parece cerrado, Dios abre un camino.
One Kosher te desea Shabat Shalom.