Nos cuenta la Perasha que Sara, nuestra matriarca, corre de su casa a su sirvienta Hagar, por qué ella quedó embarazada de Abraham y Sara no pudo hacerlo, y se burlaba de ella. Nos dice la Perasha que Hagar sufrió mucho. Comenta el Ramban que como Sara hizo sufrir a Hagar, la mamá de Ismael, de donde nace el pueblo árabe, Abraham, hizo oídos sordos. De ahí comienza la persecución de el pueblo árabe hacia el pueblo judío. El Ramban agrega que de esa manera se le autorizó al pueblo musulmán a llevar a cabo sufrimientos en contra de nuestro pueblo. No obstante el Pasuk continúa diciendo que el Angel le ordena a Hagar volver a la casa y someter a su patrona Sara. Dice el Ramban, que en ese momento le está vaticinando a Hagar que al final los que van a dominar son el pueblo de Israel sobre el pueblo árabe.
Estamos en una guerra, pero debemos saber algo, no queremos el mal de nadie. No queremos hacer sufrir a nadie, a ningún ser humano: todos son creación, criaturas de Hashem. Lo que queremos es que haya paz pero nos está anunciando la Tora que aunque ya sufrimos el principio de la guerra y nos mataron cruelmente a nuestros hermanos, hijos, etc., al final, la guerra la ganará el pueblo de Israel.
Lo que debemos hacer nosotros es siempre comportarnos de una manera misericordiosa con todos los humanos del mundo. Si necesitamos hacer la guerra, nos dice Hashem que la hagamos, pero no con crueldad. Sí existe la venganza, sí existe el cuidado para que no seamos sometidos pero siempre con con fe y con alegría de que somos el pueblo de Israel y que al final vamos a triunfar.
Con ayuda de Hashem, que se acabe esta guerra como debe ser y que nuestros hermanos en la tierra prometida estén tranquilos y puedan vivir solemnemente sin ataques externos; pronto nos veremos en Zion, construido en nuestros días. Amén.