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El agua del pozo de Miriam

En los relatos de Perasha Jukat, el Pozo de Miriam se presenta como un símbolo de sustento y milagro. Este pozo seguía al pueblo de Israel en su travesía por el desierto, proporcionando agua a los campamentos de las doce tribus. Sin embargo, lo que hace especial a este pozo no es solo su capacidad de saciar la sed física, sino su profundo significado espiritual y moral.

Una de las narraciones más fascinantes sobre el pozo es que sus aguas se distribuían según la santidad de cada familia. Aquellos que vivían con mayor rectitud y devoción encontraban el agua más cerca de sus hogares, mientras que los demás debían esforzarse un poco más para obtenerla. Este detalle, lejos de ser un simple cuento, ofrece una profunda reflexión sobre la relación entre nuestras acciones y las bendiciones que recibimos.

El agua del pozo de Miriam no solo era un recurso vital para la supervivencia en el árido desierto; también simbolizaba la pureza y la vida espiritual. Así como el agua es esencial para mantener el cuerpo, el crecimiento espiritual es fundamental para nutrir el alma y, por ende, en nuestra conexión con lo Hashem.

Podemos trasladar esta lección a nuestra sociedad contemporánea. Las aguas del pozo de Miriam nos enseñan que, aunque el bienestar material es importante, es solo un medio para alcanzar un propósito mayor. Nuestras acciones, motivadas por principios de justicia, bondad y santidad, son las que realmente determinan la calidad de nuestra vida y la de quienes nos rodean.

En un mundo donde a menudo nos dejamos llevar por lo inmediato y lo material, la historia del pozo de Miriam nos invita a reflexionar sobre nuestras prioridades. ¿Estamos viviendo de manera que acerquemos las “aguas” de bendición y bienestar espiritual a nuestras vidas y a nuestras comunidades? ¿Nuestras acciones diarias contribuyen a un bien mayor, beneficiando no solo a nosotros mismos sino a la sociedad en su conjunto?

One Kosher te desea Shabat Shalom.

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