En la Perashá Bamidbar, comienza una serie de tres relatos donde el pueblo de Israel expresa sus quejas por diferentes motivos. En el primero, se sienten angustiados por la falta de alimentos. Para resolver esto, Dios decide enviarles un pan especial del cielo, conocido como Maná.
El Maná no era un pan común y corriente. Tenía propiedades tanto materiales como espirituales que lo hacían único. Por ejemplo, podía adoptar el sabor de cualquier antojo que tuviera quien lo comía. Además, era tan sano que no generaba desechos en el cuerpo y podía incluso curar enfermedades.
Desde el punto de vista espiritual, el Maná también era fascinante. Tenía la capacidad de revelar la justicia de una persona: si caía cerca de la casa del recolector, significaba que la persona era justa; cuanto más lejos caía, más pecados había cometido.
Entonces, ¿por qué Dios les dio un alimento con tantas propiedades especiales? ¿No bastaba con un alimento común? La respuesta es que cuando le pides a Dios de corazón y con buenas intenciones, Él te da lo mejor. La calidad de lo que recibes depende de la sinceridad de tu plegaria.
One Kosher te desea Shabat Shalom.