Las vestimentas del Cohen Gadol no eran solo prendas, sino símbolos sagrados de la conexión entre el hombre y lo divino. El Joshen y el Efod, firmemente sujetos en su lugar, nos enseñan que las buenas cualidades—justicia, compasión, humildad—deben estar siempre bien arraigadas en nuestro ser. Si se mueven, si se distorsionan, podemos perder nuestro rumbo y alejarnos de la verdad, cayendo en caminos de confusión e idolatría. Mantenerlas en su sitio es mantener nuestra esencia, y a través de ellas, alcanzar la gracia divina.
Recuerda asistir al Beth hakneset a escuchar la lectura de Zajor, la cual es mizva de la Tora, una vez al año, antes de Purim.
One Kosher te desea Shabat Shalom.