En la Perashá Shelaj Lejá, doce espías son enviados a explorar la Tierra de Israel. Diez regresan con miedo y derrotismo; sólo dos —Caleb y Yehoshua— alzan la voz con fe y valentía, proclamando: ”¡La tierra es muy buena! ¡Podemos conquistarla!” ¿Qué los diferenciaba?
Caleb descendía de la tribu de Yehudá, un linaje marcado por la capacidad de reconocer errores y afrontar la verdad con dignidad. Yehudá enfrentó su pasado con Tamar y defendió a Binyamín frente a Yosef. Esa herencia de responsabilidad y coraje se encendió en Caleb al ver que los demás se rendían.
Yehoshua, por su parte, recibió de Moshe una bendición poderosa: una letra más en su nombre, un símbolo de transformación interior. Moshe lo fortaleció con una nueva mentalidad: la de un líder que no se acompleja ante los desafíos, sino que los ve como oportunidades de grandeza.
La psicología moderna llama a esto mindset: hay quienes, como los diez espías, se paralizan ante los obstáculos, y hay quienes, como Caleb y Yehoshua, se motivan aún más. La diferencia muchas veces nace en la infancia, cuando los padres enseñan a sus hijos que el fracaso no es un muro, sino una escalera. Algunos crían hijos con alas; otros, con cadenas.
El mensaje es claro: la manera en que interpretamos los retos define si vivimos con miedo o con propósito. Caleb y Yehoshua nos enseñan que el éxito no depende del tamaño del enemigo, sino del tamaño de nuestra fe y mentalidad.
One Kosher te desea Shabat Shalom.