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Y comerás, te hartarás y bendecirás a Dios.

En esta Perasha de Ekev, encontramos el versículo conocido de Veajalta vesabata uberajta Et Hashem: Y comerás, te hartarás y bendecirás a Dios. Cabe preguntar si hay una obligación de bendecir, porque no hay una bendición similar a la del Lulav o Tzitit, o Suca, las cuales explícitamente fueron obligaciones antes de realizar el acto de la mizva… igualmente debió haber una bendición obligatoria a los alimentos.

Ahser kidishanu bemizvotav. Que nos santificaste con tus mizvot. Pienso que hay una gran diferencia al bendecir a Dios después de la comida; es un acto que trasciende las reglas, una respuesta natural de gratitud que brota del alma. No es una obligación impuesta, sino una expresión sincera de reconocimiento por todo lo que recibimos. La gratitud no necesita ser enseñada; hasta el más simple de los hombres comprende que todo lo que tiene es un regalo divino. Y cuando bendecimos a Dios desde lo más profundo de nuestro corazón, con plena atención y devoción, no solo cumplimos un acto de fe, sino que abrimos las puertas a un ciclo de bendiciones.

Al honrar a Dios, Él nos honra a nosotros, derramando aún más abundancia en nuestras vidas. Que cada bendición que pronunciemos sea un reflejo de nuestra conexión genuina con el Creador, permitiendo que esa gratitud transforme y eleve nuestra existencia.

One Kosher te desea Shabat Shalom.

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