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A pesar de las cenizas, hay algo por lo que luchar

La historia de Jánuca no solo es un relato de milagros, sino una profunda lección sobre la fe, la esperanza y la resistencia frente a la adversidad. Cuando los macabeos entraron al templo destruido, pudieron haber sucumbido al desánimo al ver el caos y la ruina. Pero en lugar de rendirse, buscaron aceite para encender el candelabro, aún sabiendo que solo tenían suficiente para un día. Esa búsqueda fue un acto de fe, una declaración silenciosa de que la luz siempre puede regresar, incluso en la oscuridad más profunda.

El verdadero milagro de Jánuca no empieza con los ocho días de luz, sino con el primer día: con la decisión de creer que, a pesar de las cenizas, había algo por lo que luchar, algo por lo que encender una llama. Ese pequeño frasco de aceite no solo encendió una menorá, sino también el espíritu del pueblo judío, recordándonos que nunca debemos desesperar ante la tragedia.

La luz de Jánuca nos enseña que cada acción de esperanza, por pequeña que sea, puede iluminar el mundo. Reconstruir, creer y avanzar frente a la adversidad es un milagro en sí mismo. La lección es clara: incluso cuando todo parece perdido, busca la chispa, porque desde ahí, la luz puede arder nuevamente.

One Kosher te desea Shabat Shalom.

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