El pasaje de Vayetze nos revela una lección profunda sobre el poder transformador del agradecimiento en circunstancias de dolor y desventaja. Lea, la menos amada de las esposas de Yaakov, podría haberse hundido en la amargura al ver cómo el amor de su esposo se inclinaba hacia su hermana Rajel. Sin embargo, cuando dio a luz a su cuarto hijo, Yehudá, se elevó por encima de su dolor personal y expresó un agradecimiento inédito, marcando un hito espiritual.
Rashi señala la grandeza de este agradecimiento porque, hasta ese momento, nadie en la historia había agradecido de esa manera. Noaj agradeció tras el diluvio porque fue salvado de una catástrofe. Abraham agradeció por el nacimiento de un hijo en su vejez, un milagro genético. Estos agradecimientos son importantes, pero nacen de circunstancias extraordinarias, de situaciones en las que lo sobrenatural o lo inesperado forjan el camino para el agradecimiento.
En contraste, el agradecimiento de Lea proviene de una causa no provocada, de un lugar profundamente interno. Lea no agradeció por un milagro evidente o un rescate del peligro, sino por un cambio sutil en su percepción: ella reconoció un destello de bondad divina incluso en medio de su lucha emocional. Al hacerlo, nos enseñó que el agradecimiento no siempre debe depender de lo extraordinario. Puede brotar de lo ordinario, incluso de lo que parece una situación injusta o dolorosa.
El acto de Lea abrió las puertas para que generaciones futuras aprendieran a agradecer no solo por los milagros, sino por los pequeños actos de bondad que a menudo pasan desapercibidos. Ella nos mostró que el agradecimiento tiene el poder de transformar la percepción de la realidad y, en última instancia, nuestras vidas.
El nombre “Yehudá” (de la raíz “lehodot”, agradecer) es una afirmación de que la gratitud puede ser una forma de conexión con el Eterno, incluso en medio de la adversidad. Lea nos invita a reflexionar: ¿podemos encontrar motivos para agradecer incluso cuando nuestras expectativas no se cumplen? Su lección perdura, enseñándonos que en cada lucha, hay una chispa de luz esperando ser reconocida.
One Kosher te desea Shabat Shalom.