La Torá nos presenta dos pasajes que son espejo uno del otro: “Mira, hoy pongo delante de ustedes la bendición y la maldición” (Deut. 11:26), y más adelante: “He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida” (Deut. 30:19). Maimónides ve en ellos la prueba del libre albedrío: el ser humano es responsable de sus elecciones. Pero Moshé va aún más lejos: no se trata solo de la libertad individual, sino de la posibilidad de construir una sociedad verdaderamente libre.
El mensaje de Moshé no es político en el sentido de poder, conquista o gloria. No habla de imperios ni de honores. Habla de humildad, de responsabilidad y de fidelidad a un destino espiritual. La grandeza de Israel no debía medirse en ejércitos o riquezas, sino en moral: cuidar al huérfano, acoger al extranjero, sostener al pobre. Una sociedad donde cada persona tenga dignidad porque todos, sin excepción, somos valiosos ante Dios.
Moshé subraya tres principios. Primero, la libertad: cada individuo y cada nación deciden su rumbo. No hay excusas; la elección es nuestra. Segundo, la responsabilidad colectiva: el pacto no depende de reyes ni élites, sino de todo Israel, unidos en corresponsabilidad moral. Tercero, una política centrada en Dios: no en sacerdotes o caudillos, sino en leyes divinas que recuerdan que la justicia está por encima de los hombres.
El desafío que Moshé nos deja es claro y conmovedor: ¿seremos capaces de elegir la vida, no solo como individuos, sino como sociedad? ¿Podremos crear un pueblo que viva bajo la libertad, la justicia y la dignidad de cada ser humano? La decisión, ayer como hoy, sigue en nuestras manos.
One Kosher te desea Shabat Shalom.