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Detente y ayuda: la lección de la Parashá

La Torá nos enseña esta semana: “No observes la caída del asno o del buey de tu allegado en la ruta sin hacer nada. Ayúdalo a levantarlo” (Deut. 22:4). A simple vista parece un detalle menor, pero encierra una verdad esencial: una sociedad sana se construye cuando nadie es indiferente al dolor del otro.

Nuestros sabios debatieron si este precepto se refiere al sufrimiento del animal, al bienestar del dueño o incluso a la oportunidad de transformar a un enemigo en amigo al tenderle la mano. Lo que todos coinciden es que la indiferencia no es opción. El texto no dice “piénsalo” o “si tienes tiempo”, dice: *no lo ignores.

Rambam señala que incluso un príncipe debe detenerse a ayudar al más humilde. La grandeza no está en el rango, sino en la capacidad de actuar más allá de lo que dicta la ley y el ego. Este gesto sencillo, detenerte a levantar al caído, es la base de lo que hoy llamaríamos capital social: la confianza de vivir en una comunidad donde sabes que no estás solo.

Y no se trata solo de religión o filosofía. Estudios modernos, como los de Robert Putnam en Bowling Alone, muestran que las comunidades que se reúnen, rezan y se ayudan mutuamente generan más empatía, más altruismo y menos soledad. La fe, vivida en comunidad, se convierte en una escuela práctica de buena vecindad.

El mensaje es atemporal: no estés tan ocupado que pases de largo ante alguien que necesita ayuda. Quizás tardes un minuto en detenerte, pero para el otro ese minuto puede significar esperanza para toda una vida.

Como dicen los letrados : “La mejor parte de la vida de un hombre bueno son sus pequeños actos de bondad y amor, innominados y no recordados.”

One Kosher te desea Shabat Shalom.

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