Los alumnos de Rabí Akiva murieron por no respetarse entre ellos, a pesar de que su maestro enseñaba que el amor al prójimo como a uno mismo, es la base de la Torá. Esto nos muestra que no basta con saber lo correcto, hay que vivirlo.
Incluso Rabí Akiva, que dejó a su esposa por 24 años para estudiar, lo hizo con su apoyo y por un ideal compartido. Ella también sacrificó, pero con amor y propósito.
El verdadero crecimiento espiritual no está en cuánto sabes, sino en cómo tratas a los demás. Respeto, empatía y acciones sinceras valen más que cualquier discurso.
One Kosher te desea Shabat Shalom.