Una vez el león, el rey de la selva, estaba hambriento. Encontró una parcela donde sembraron cebollas y se las comió. Obvio que su aliento era ingrato. De pronto pasó por allí un venado. El león le pregunto: “Dime venado huele mal mi aliento?”. Él le contestó: “Còmo cree, su majestad usted siempre huele bien.” Reaccionó el león enojado y le dijo: “Me estas mintiendo?” y de castigo se lo comió.
Pasaba por allí un borrego que observó todo. Le pregunta también a él el leon: “Dime, huele mal mi aliento?” El borrego respondió: “La verdad que si su majestad, huele muy feo.”. “Cómo te atreves a faltarme al respeto?”, le dijo el león y se lo comió.
El astuto zorro iba pasando por allí. El león le preguntó lo mismo: “Dime la verdad: huele mal mi aliento?” Le contesto el zorro: “Discúlpeme, su majestad, estoy muy resfriado y no puedo oler bien.”
La perashá nos dice que Hashem nos dá la beraja(bendición) o de lo contrario la kelala (maldición). Dice el Jafetz Jaim:¿ Sabes cual es la fórmula para tener SIEMPRE berajá y no kelala? Lo dijo el Rey David: cuida tu lengua de hablar de los demás.
Haz como el zorro que no puedes oler, que no sabes nada del otro, que no pronuncias ni un defecto ni acciones del otro, aunque sea verdad. De esa manera te salvas la vida espiritual y física. Sí, también física, porque hablando del otro atentas contra tu salud y la de los tuyos. Enséñales a tus hijos que en la mesa de Shabat que no se debe comentar nada de otras personas. Existen infinidad de temas para hablar, y no desaproveches el Shabat Jodesh desplumando a tu semejante.
Mi haish hejafetz Jaim, ¿quién es el hombre que ama la vida? El que no huele, el que no se entromete, el que no participa en platicas corrosivas. Estamos a tiempo: falta un mes de Rosh hashana. Todavía podemos cambiar.
One Kosher te desea Shabat Shalom.