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Nuestra renovación milenaria

La fiesta de Janucá en la cual se conmemora la independencia de los griegos durante el tiempo del templo de rey Salomón llamado ‘Beth Amidash’, cae el 25 del mes de Kislev, y a unos días se cruza el Rosh Jodesh del mes de Tevet, y no es casualidad que esta fiesta se cruce con el primer día de lmes de Tevet, ya que el inicio del mes representa la renovación del mes.

Janucá, se asemeja a otras festividades, por ejemplo, Pésaj es una fiesta de emuná de fe. Obviamente, esta representación de Pésaj no sugiere que la mitzvá de emuná esté restringida a Pésaj. Más bien, indica que este componente permanente se acentúa aún más de lo habitual en Pésaj y, en consecuencia, esta fiesta es especialmente propicia para cultivar y profundizar nuestra emuná. Lo mismo puede decirse de Janucá con respecto a la cualidad de renovación: nos renovamos más que en otras fiestas.

En verdad, “Él, en Su bondad, cada día renueva continuamente la obra de la creación”.  Cada uno de nosotros, individualmente, es considerado una nueva creación cada día. Esta renovación ontológica, constituye la base de nuestra obligación de lavarnos las manos en la mañana y recitar su berajá cada día al despertar.

¿Cómo se manifiesta nuestra capacidad de renovación? En primer lugar, nos permite vivir, feliz y satisfactoriamente, en el presente. Aclaremos este punto: sin renovación, el pesado pasado, repleto de errores y meteduras de pata, tiempo perdido y oportunidades desaprovechadas, nos abrumaría. Sería casi imposible para una persona religiosamente sensible evitar la depresión… “Lo que podría haber sido… Lo que debería haber hecho…”… Las preguntas son interminables, y sus ramificaciones podrían haber sido estremecedoras y encadenantes.

Podemos observar esta actitud para salir adelante en diferentes momentos, por ejemplo:

  • de haber vivido una experiencia de opresión por parte de los griegos, y en la cual nos obligaron a negar nuestras tradiciones, y aun así sacamos la casta y recordamos nuestras raíces, y aunque hubo que luchar y sacrificar muchas vidas, para vivir en nuestros ideales, fueron éstos los que nos permitieron, luchar una y otra vez para triunfar
  • lo mismo lo vemos con Yosef el hijo de Yaakov, aún después de ser vendido a los egipcios, puesto injustamente en la cárcel, acusado de mentiras, nunca dejó que esa depresión, que hubiese sido justificada, lo detuviera, sino que siguió con sus ideales hacia adelante hasta convertirse en el virrey del faraón.

Cada vez que tenemos la actitud para salir adelante, recordemos que la semilla de ese espíritu fue sembrada en Janucá. Siempre la festejamos en esta perashá: recuerda que no debemos de frustrarnos por los problemas sino seguir adelante con actitud positiva ¡y esa es nuestra renovación milenaria!

One Kosher te desea Shabat Shalom!

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