La Torá, en Parashat Kedoshim (20:2), establece que quien ofrece un hijo a “Molej ” puede ser condenado a muerte. “Molej” era un ritual pagano por el que un padre presentaba a su hijo al sacerdote, quien lo pasaba por el fuego, ofreciéndolo como sacrificio. Ya antes, en el Libro de Vaikrá (18:21), la Torá introdujo el mandamiento que prohíbe este ritual. Aquí, en Parashat Kedoshim, la Torá escribe que quien transgrede este mandamiento debe ser condenado a muerte, añadiendo que ofrecer un niño a “Molej” tiene el efecto de “profanar Mi santuario” (“Lema’an Tameh Et Mikdashi” – 20:3).
La pregunta obvia que surge es ¿cómo este ritual contamina el Bet Ha’mikdash? Por supuesto, comprendemos fácilmente la gravedad de esta terrible ofensa, sacrificar un niño a un dios pagano. Pero, ¿de qué manera la ofrenda de un niño a “Molej” constituye un acto de profanación del Bet Ha’mikdash?
Para responder a esta pregunta, Rashi propone una interpretación muy diferente de la palabra “Mikdashi” (“Mi santuario”) en este versículo. Escribe que no se refiere al Bet Ha’mikdash, sino más bien al Pueblo Judío, al que Di-s considera sagrado. Ofrecer un niño a “Molej” tiene el efecto de “profanar” la santidad de Am Yisrael.
El Rambán, en su comentario, explica el concepto que subyace en la interpretación de Rashi de este versículo. Cita la enseñanza de la Guemará en Masechet Berajot (35), según la cual si una persona come sin recitar una Berajá, se considera que ha “robado” tanto al Todopoderoso como al pueblo de Israel. ¿De qué manera esa persona ha “robado” al pueblo judío? Entendemos que es culpable de “robar” a Di-s en el sentido de que todo en este mundo pertenece al Todopoderoso hasta que recibimos Su “permiso” para participar de ello mediante la recitación de una Berajá. Pero, ¿por qué se considera esto “robar” a sus compañeros judíos? El Rambán explica que al recitar Berajot sobre los alimentos que comemos, reforzamos nuestra conciencia de la existencia de Di-s, de tal manera que nos hacemos merecedores de que la Shejiná (presencia divina) resida entre nosotros. Debemos utilizar todo lo que tenemos para glorificar a Di-s y traerle honor aqui en nuestro mundo. Así, cuando comemos sin una Berajá, causamos que la Shejiná se vaya, en el sentido de que la gloria de Di-s en este mundo disminuye. Y al hacer que la Shejiná se vaya, el que come sin recitar una Berajá en efecto niega al Am Yisrael las grandes bendiciones que trae la presencia divina. Por lo tanto, una persona que participa de una fruta sin recitar una Berajá es considerada culpable de “robar” a la Nación Judía.
El Rambán añade que no hay mayor “fruto”, ni bien más valioso, que los propios hijos. Por lo tanto, aquel que ofrece su hijo a “Molej “, en lugar de criarlo para que sea un siervo fiel de Hashem, un vehículo a través del cual la gloria de Di-s se incrementará, y a través del cual la Shejiná residirá entre nuestro pueblo, se considera que ha “profanado” al Pueblo Judío.
La interpretación del Rambán de este versículo nos recuerda la gran responsabilidad que tienen los padres de intentar, lo mejor que puedan, educar a sus hijos hacia una vida de devoción a la Torá. Todo lo que Hashem nos da debe usarse para servirle, para honrarle, y esto es cierto en el caso de nuestro bien más preciado: nuestros hijos. Si Hashem nos bendijo con descendencia, es para que les proporcionemos una educación en la Torá, para que intentemos inculcar en ellos el amor a Hashem y el deseo de obedecer Su voluntad. Aunque el perverso culto a “Molej”, obviamente, ya no existe, tenemos nuestras propias formas modernas de “cultos”, formas en las que los padres entregan a sus hijos a ideas y estilos de vida ajenos. Los padres que no educan adecuadamente a sus hijos, para llevarlos por el camino del estudio y la observancia de la Torá, están, en cierto sentido, “profanando Mi santuario”. Nuestros hijos nos son dados con un propósito – y estamos obligados a criarlos de manera que cumplan ese propósito, para dar gloria al Todopoderoso y que, por extensión, mantenga la presencia de la Shejiná entre nuestro pueblo.
One Kosher te desea Shabat Shalom.