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El mejor momento de tu vida

por Rabino Mayer Twersky

“Este mes será para vosotros el principio de los meses; será para vosotros el primer mes del año” (Shemos 12:2).

Seforno explica que Nisán es el primer mes porque nuestra existencia moral-espiritual comenzó en Nisán. El tiempo de un esclavo no es suyo, por lo que no puede vivir como le plazca. La esclavitud no es sólo una lacra física, sino también espiritual.

Agradecemos diariamente a Hakadosh Baruj Hu el don de la libertad (“shelo asani aved – que no me creaste esclavo”) porque el don de la libertad es el don de la vida. La ecuación es triple: libertad = tiempo = vida. Por un lado, la verdad de esta ecuación es tanta que parece casi superfluo mencionarla; sin embargo, perdemos de vista la implicación práctica de esta ecuación existencial. Puesto que, de forma correcta e instintiva, apreciamos la vida y la libertad, debemos apreciar igualmente el tiempo. Puesto que salvaguardamos la vida y la libertad con el mismo celo, deberíamos salvaguardar el tiempo con el mismo celo. Dado que experimentamos con precisión la pérdida de la vida como algo trágico, ¿cómo podemos ser tan complacientes, a veces incluso optimistas, con la pérdida de tiempo?

En un pasaje muy citado, el Zohar Hakadosh explica “Avrajám zakein bo bayamim” -convencionalmente entendido como que Avrajám era anciano- que era anciano, que no había malgastado ni un solo día de su vida. En un sentido similar, el Ohr Hachaim Hakadosh cita al Arizal, según el cual nuestras neshamas son un agregado de muchos nitzotzos (chispas), correspondiendo el número de nitzotzos al número de días que nos han sido asignados. Cada día es una oportunidad única, única en la vida, de perfeccionar los nitzos correspondientes de nuestra neshamá. Un día bien empleado perfecciona una parte de nuestra neshamá, un día malgastado significa que los nitzos correspondientes de nuestra neshamá permanecen sin perfeccionar.

El gran Rabi Yisroel Salanter se inspiró en el zapatero de Vilna que, a la luz de las velas, trabajaba hasta bien entrada la noche. E incluso cuando la vela, casi totalmente gastada, parpadeaba a punto de apagarse, intentaba sin descanso lograr un poco más. Así también, dijo Rabi Yisroel, nuestra neshamá se asemeja a una vela (“ner Hashem nishmas adam”). Mientras la vela, aunque esté a punto de apagarse en este mundo, siga parpadeando, debemos persistir en nuestra avodá Hashem.

Yakrus hazeman (el valor del tiempo) es un concepto fundamental en Yahadus. Por el contrario, la sociedad occidental valora el “tiempo libre”. El tiempo libre es cuando uno no está en deuda con otro (un empleador, etc.), y por lo tanto uno es libre de hacer lo que le plazca. O uno es libre de no hacer nada a su antojo: holgazanear, dormir sin parar, bromear sin sentido, etc. Yakrus, por otro lado, enseña un credo de “hayom katser v’hamelacha meruba”. La avodas Hashem de uno nunca está completa, siempre hay más por hacer y, en consecuencia, el tiempo es siempre un bien escaso. Seguramente descansamos y nos relajamos cuando es necesario para rejuvenecernos, pero el “tiempo libre”, en el sentido de la sociedad occidental, no existe.

El foro de un dvar Torá semanal no da cabida a una larga jeshbon hanefesh sobre cómo empleamos nuestro tiempo. En su lugar, con su permiso, me gustaría centrarme en un único caso en el que nuestra sociedad de la Torá ha institucionalizado la pérdida de tiempo. Me refiero a la forma en que celebramos las semachot. Sin duda, celebrar una simjá es una miztva y, como tal, un excelente uso del tiempo. Es, por ejemplo, una gran mizta ser misameach jassan v’kalah. Sin embargo, las aproximadamente dos horas que a menudo transcurren entre el comienzo programado del kabbalas panim y el comienzo tardío de la jupá no contribuyen a simjás jasán v’kalá. Estos largos períodos de inactividad son simplemente bitul zman (pérdida de tiempo), ni más ni menos. Como tal, estos largos ratos también fomentan una sensación de bitul (desprecio) por el zman (tiempo). Cuando cientos de invitados esperan interminablemente a que el jasán y la kalá entren en el comedor después de la jupá, esto es tanto bitul zman como bitul para el zman de la gente. Tomar fotos, generando así momentos de una simcha, vale la pena, pero no justifica bitul zman para cientos de personas.

Una celebración auspiciosa apropiada de una simjá debe reflejar las enseñanzas de la Torá con respecto a yakrus hazman. Hay muchos eitzos tovos que se pueden poner en práctica: programar la jupá a una hora realista y cumplir el horario, hacer fotos después de la boda cuando los invitados se hayan marchado, etc. Cualquiera sea la combinación de estrategias que elijamos, debemos asegurarnos de no comprometer nuestra simjá institucionalizando bitul zman.

2005 por la Fundación TorahWeb. Todos los derechos reservados. Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

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