Primero, debes saber qué es. El clembuterol es una sustancia anabólica que contribuye al aumento de masa muscular por mayor retención de agua, que a la vez disminuye la deposición de grasa en ganado y otros animales. Con ella, engordan más rápido y además, pesan más por contener más agua: ¿buen negocio, no?
El problema es que los residuos de clembuterol en la carne que consumimos pueden tener consecuencias en nuestra salud.
Cuando consumimos alimentos con clembuterol, nuestro organismo no lo elimina completamente, ya que en los tejidos quedan residuos que pueden afectar la glándula tiroides, la cual se encarga de regular nuestro metabolismo. Otros posibles síntomas son: adormecimiento de manos, temblores musculares, nerviosismo, dolores de cabeza, dolores musculares e intoxicación.
La buena noticia, es que su uso está prohibido en todo el mundo, incluyendo nuestro país. La mala, es que se ha encontrado que en México se sigue utilizando, clandestinamente. A pesar de existir documentos que certifican la carne como libre de clembuterol, la falta de responsabilidad moral y ética de algunos provocan una total desconfianza en dichos documentos, ya que se han encontrado residuos de clembuterol en laboratorio en productos cárnicos a tu alcance.
Las autoridades nos dicen que el riesgo de intoxicación por clembuterol es de menos de un mexicano por cada millón de habitantes, pero no tienen estadísticas de cuántos que, sin llegar a intoxicarse, comen carne contaminada por clembuterol.
Debemos ser muy cuidadosos de los lugares donde compramos la carne que consumimos. No basta con el certificado, que puede o no ser confiable. Aquí es en donde la certificación kosher se vuelve de vital importancia ya que se debe revisar desde el origen de la carne hasta hacer supervisiones a los lugares de matanza para conocer de cerca a los proveedores y poder asegurar que el producto es de calidad, y sano para todos.