En esta porción de la Torá, se relata el fallecimiento de los dos hijos de Aarón, quien, a pesar de esta trágica pérdida, mostró una notable contención emocional sin quejarse ante Dios. A pesar de que Aarón no mantenía la misma comunicación directa con Dios que Moisés, no expresó quejas por la muerte de sus hijos, demostrando una profunda fe.
Por otro lado, Moisés sí expresó su desconcierto ante Dios por su rol de liderazgo, cuando el pueblo pecó. Podemos plantear una interrogante existencial sobre la naturaleza de los seres humanos y la voluntad divina. ¿Acaso Dios quiere que seamos ángeles divinos? Si fuese el caso, ¿por qué fuimos creados de carne y hueso?
De estas reflexiones se extrae la enseñanza de que Dios espera de nosotros el control de nuestros impulsos, incluso en medio de nuestras limitaciones humanas, lo cual nos eleva espiritualmente y nos acerca a una conexión más profunda con lo divino. Aunque no se registre una comunicación directa entre Dios y Aarón, se evidencia una comunicación interna, sugiriendo que el apego a Dios trasciende incluso la comunicación verbal y otorga fortaleza para superar adversidades emocionales.
Y esa es la promesa divina: llegar a esa categoría espiritual reposare en nuestros corazones. Pero este trabajo es monumental, por lo que nuestra obligación es hacerlo paulatinamente y con constancia para llegar a ese nivel espiritual.
One Kosher te desea Shabat Shalom.