En las tablas de la ley estaban grabadas los 10 mandamientos, y el Pasuk dice “Jerut al Halujot “ pero la palabra Jerut (grabado) significa también libre, para enseñarnos que solo aquel que estudia Torá, logra la libertad. Este comentario es un tanto desconcertante debido a que de una sinónimo gramatical se crea una explicación de la manera de estudiar.
Reflexionemos un momento sobre la definición de libertad. Superficialmente, la libertad implica liberarse del control y las exigencias de alguna persona o poder, por lo que parece irónico que el estudio de la Torá se describa como el camino hacia la libertad. En realidad, sin embargo, la auténtica libertad depende no sólo de la liberación política, sino principalmente de la liberación interior. La auténtica libertad implica la liberación de los instintos no refinados y de las pasiones no redimidas. Quien es rehén de su propia ira, o no puede refrenar su deseo de placer físico, o está siempre impulsado a buscar honores y riquezas, puede ser políticamente libre, pero lleva una existencia brutal y servil.
Por el contrario, quien refina sus instintos y redime sus pasiones y, así ennoblecido, se compromete a hacer la voluntad de Hashem, es verdaderamente libre.
El estudio de la Torá conduce a esa auténtica libertad existencial de dos maneras. En primer lugar, el acto del estudiar es encontrar y asimilar en nuestro ser cada palabra de torá es parte de una orden divina. Pero es doblemente cierto con respecto a los fundamentos de la fe en la Torá. El estudio de la fe en particular proporciona una conciencia adicional de libertad.
Consideremos la siguiente ilustración. Cuando alguien nos inflige un daño económico o corporal, instintivamente nos enfadamos y a veces deseamos vengarnos. Con demasiada frecuencia somos esclavos de nuestra propia ira. En medio de un arrebato, es probable que digamos y hagamos cosas de las que, al recuperar el equilibrio, nos arrepentimos profundamente. Los comentarios hechos con ira pueden causar daños incalculables e irreparables. Dado que la emoción del odio es más fuerte que la del amor, al buscar venganza somos propensos a actuar en contra de nuestros propios intereses y así sucesivamente.
La Torá puede liberarnos de esta esclavitud y refinar nuestros instintos. Nuestra creencia en Hashem en cada momento, nos enseña que en la vida no estamos sujetos a la casualidad o al capricho ya que todo lo que le ocurre a una persona -bueno o malo- es causado por Hashem”. Así pues, el deseo de venganza no es simplemente inmoral, sino que carece de sentido. Si la otra persona no hubiera infligido ese daño, éste se habría producido de todos modos.
La Torá nos enseña la lección de la interiorización al describir que la escritura estaba grabada en las tablas. La escritura no estaba simplemente en la superficie; penetraba y estaba grabada. Los jajamim explican que la interiorización de la Torá es la clave de la libertad. Al estar grabado en nuestro interior se logra la libertad completa.
One Kosher te desea Shabat Shalom.