Shabbat Bereshit. ¡Qué difícil que es hablar en estos momentos! ¡Qué difícil la está pasando el pueblo de Israel, en la tierra de Israel! Algo que no pasaba desde la Shoah, desde el holocausto, la crueldad, la maldad, sin límite, sin fin. Algunos le echan la culpa al servicio de inteligencia israelí, otros apuntan hacia la policía federal, otros que culpan al gobierno, otros a Bibi Netanyahu, y así una cadena de señalamiento.
Nos recuerda a la perashá de la semana, cuando Adán come del árbol prohibido (que no era una manzana, sino hay tres teorías: uva, trigo, o etróg). Cuando Dios le reclama a Adán, él le contesta que él no es culpable, que lo incitó su esposa Eva. Cuando le pregunta a Eva por qué lo hizo, ella contesta: “Yo no soy culpable, a mí me incitó la serpiente”. Y a la serpiente es la primera que se la castiga, y luego también a Eva y también a Adán. ¿Por qué? Porque no hay que buscar culpables, hay que hacer lo que uno tiene que hacer. Y si HaShem le prohibió, no tiene que hacerle caso a nadie.
Cuando buscamos culpables significa que no tenemos fe, que no entendemos que todo viene de HaShem. No es el momento de buscar culpabilidades, es el momento de reaccionar. Nos están hablando, nos están diciendo algo del cielo: tenemos que cambiar, tenemos que avanzar en algo y de esa manera hacer el bien para el pueblo de Israel.
En la perashá encontramos algo insólito. Dios crea el mundo en seis días y cada día de HaShem son mil años nuestros, y máximo el mundo durará seis mil años. El masguaj va a venir antes bh, pero el máximo son seis mil años. Increíblemente vemos lo que nos dicen nuestros sabios. ¿Qué pasó cada día?
El primer día HaShem creó la luz. Luego de haberla creado, dijo HaShem, “No, esta luz no es para este mundo”. La guardó para el mundo venidero, para los justos. Hoy en día tenemos la luz del sol. O sea que el primer día no se cumplió su cometido.
El segundo día Dios creó el horizonte, separó las aguas, hubo división. Por eso el pasuk no denomina al segundo día como bueno.
El tercer día, Dios le dice al árbol que saque frutas, que sean comestibles pero también el tronco tiene que ser comestible. Y el árbol, o sea, el ángel encargado del árbol saca tronco que no es comestible. Otra vez no se entiende: HaShem dijo una cosa y no le hacen caso.
El cuarto día Dios crea a los dos astros más grandes, el sol y la luna, con igualdad de superficie. Y la luna le reclama y le dice a Hashem, no podemos dos reyes fungir juntos. Y ahí HaShem le dice, ok, achícate tu, y se achicó la luna. Y la pregunta es cómo, HaShem, Barminán, se equivocó?
El quinto día Dios crea a los animales y también a los peces y entre ellos a las ballenas. Vio HaShem que si se multiplicaban éstas podían aniquilar el mundo porque son muy grandes. Entonces tomó a la hembra y la mató y la dejó para los justos en el mundo venidero. Y solamente dejó al macho para que no haya multiplicación.
El sexto día HaShem creó a Adán y después dijo: “No, no está bien Adán solo, vamos a crear a Eva”. Y lo partió por la mitad y creó a Eva. Y la pregunta es, ¿cómo se puede entender esto que HaShem se equivoque?
¿Cómo puede pasar cada día algún suceso diferente a lo que a HaShem ordenó? La respuesta es, HaShem te dice, oye ser humano, el mundo no es perfecto. El mundo no es ni blanco ni negro, es gris. Tú planeas algo, la persona propone y Dios dispone. Tú planeas algo y no sale como debe ser. Y la muestra está que en la creación del mundo HaShem lo hizo de esa manera para que tú entiendas que puedes ser falible. HaShem es infalible, pero él te muestra que tú puedes ser falible, puedes fallar.
Hay que avanzar hacia siempre adelante para hacerlo mejor. Que HaShem ayude a nuestro pueblo, que se acabe la guerra en Israel, que se exterminen nuestros enemigos y salga el sol para nuestro pueblo pronto con la llegada del Mashiaj, amen.
One Kosher te desea Shabat Shalom.