Esta semana leemos perashat Ki Tabó que comienza contándonos que había un precepto muy interesante y muy importante llamado Bikurim que quiere decir primicias. Cada uno, en Israel, que tenía un campo de frutas tenía que ir a la primicia, que era un campo de árboles frutales. Tenía que llevar las primicias de las frutas una vez por año, antes de la fiesta de Shabuot; llevaba las primicias de árboles y frutas a Jerusalén, y se las entregaba al Cohen Gadol. Iba todo Israel, caminando a veces dos semanas o tres semanas y eran recibidos por los habitantes de Jerusalén. Se hacía una fiesta muy grande.
Cuando entregaban las frutas salía una voz del santuario que decía: que así puedas hacerlo el próximo año. Eso le daba una bendición de vida para todo el año. Lo interesante era que tenían que llevar las frutas, las primicias, en una canasta. Los pobres llevaban una de mimbre y los ricos de oro o de plata y lo interesante es que a los ricos se les tomaban las frutas y les regresaban la canasta pero a los pobres tanto frutas como canasta se quedaban en poder del Cohen Gadol en el santuario.
El Talmud se expresa que el dinero llama al dinero… ¿vendría a ser que el rico se queda con la canasta por ser rico? ¿por qué? Si el pobre es más necesitado que el rico, ¿por qué tiene que entregar su canasta? Sabiendo que es pobre y tiene menos que el rico, ¿le quitas, lo despoja de su canasta? La respuesta es increíble: la canasta del pobre es la ofrenda más grande que tiene Dios. Dios quiere esa canasta porque es entregada con sangre, con amor, con trabajo. El rico, aunque entregue la canasta de oro y de plata, a él no le hace mella, y por lo tanto, Dios no quiere esa canasta. La canasta del pobre, le va a dar bendición para todo el año, le va a dar berajá, le va a dar augurios buenos, a él y a toda la familia. La canasta del pobre, es la ofrenda más grande, que quiere Hashem, que necesita Hashem, que se pone contento cuando recibe esa canasta.
Tenemos que saber, que cuando uno da, tiene que dar aunque le sea difícil, cuanto más difícil es, mejor es. La tzedaká que uno da, para otros, la caridad que le da a otros, es berajá para él, y aunque le sea difícil dar. Al que le es fácil dar, también se llama caridad, pero no equivale a aquel, que está dando algo que le cuesta más.
Cuanto más cuesta, más sacrificio, más recompensa del cielo, en todas las cosas que hacemos. Que Hashem nos ayude siempre a poder, nosotros, dar y no recibir, poder ayudar a los demás, y no tener que ser ayudados. Cuando uno más ayuda, más le mandan del cielo, y más berajá va a tener.
One Kosher te desea Shabbat Shalom u Mevorach.